Por Bienvenido Matos Pérez Con la inauguración de la feria Internacional del Libro en su versión No. XIX la Republica Dominicana abrió sus mejores luces al mundo y de qué forma, esta edición estrena el premio creado en nombre de una de las glorias literarias de américa y del mundo, Don Pedro Henríquez Ureña, figura emblemática de las letras hispanas y un dominicanista por excelencia.
Recayó este premio que proyecta la imagen de un país maduro, pensante, con grandes proyecciones al porvenir en el laureado escritor Don Mario Vargas Llosa cumbre indiscutida de las letras universales y cabeza pensante de la intelectualidad de este tiempo.
La entrega tuvo efecto en la sala Don Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito en la plaza de la cultura, fue un acto sencillo pero deslumbrante, esmerado que contó con la presencia de la Vice-Presidenta de la Republica Doña Margarita Cedeño de Fernández, el ministro de cultura Pedro Berges y otras autoridades, puede decirse que esa noche la cultura brillo con luces diamantinas para poner muy en alto el nombre de nuestro país. Desde antes de la inauguración de esta feria internacional del libro se azuzaron las pasiones al conocerse la escogencia de Don Mario Vargas Llosa para recibir el premio, un coro de patriotas y de supuestos dominicanos tomo posición en la acera del frente, solo para restar méritos al escogido, que fue seleccionado por su obra literaria para merecer el premio Don Pedro Henríquez Ureña, he dicho en varias ocasiones que cada día entiendo menos los dominicanos, fácilmente nos disgregamos, nos debilitamos en discusiones bizantinas y olvidamos con gran facilidad que quien olvida la meta pierde fácilmente la carrera. Me inscribo entre quienes creen que la escogencia de Mario Vargas Llosa no pudo ser más acertada para la entrega de un premio que está llamado a proyectarnos en el mundo, somos nosotros los que deberíamos enorgullecernos que el premio nobel aceptara recibir este reconocimiento por que con su aceptación nos impulsa, nos enseña con grandeza ante el mundo como un país extraordinario capaz de valorar los hombres en función de su talento.
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