Cómo se aprovechan de la desinformación, alienación e ignorancia que impera en esta sociedad!
¡Cuánta hipocresía destilan estos gobernantes y las asociaciones corporativas del gran empresariado local y transnacional (CONEP, Cámara Americana de Comercio, Cámara Minera, Confederación Patronal…)!
¡Cuánta simulación emana del poder político, económico, social e ideológico que domina, saquea y corrompe esta sociedad!
Ahora resulta que en un país y un planeta dominados por monopolios, oligopolios y carteles de toda índoles (proceso de concentración a fin a la era imperialista del capitalismo, potenciado por su restructuración neoliberal), los únicos monopolios a la vista son los de los abigarrados gremios o gremios/empresas del transporte; engendros que en su mayoría el sistema creó y de los cuales ya quiere deshacerse a beneficio del gran capital.
El monopolio político morado, su dictadura institucionalizada, se ha colocado al frente de esa supuesta cruzada “anti monopólica” para implantar la falacia de la libre competencia y ejercer de paso una venganza política partidista; abrazados, claro está, a los magnates de la empresa privada, que ya se apropiaron de gran parte del patrimonio natural y del monopolio trujillista que le arrebataron al Estado y que desde sus protegidos oligopolios, emporios, carteles de la construcción, la energía, la industria, la comunicación …procuran engullirse el negocio del transporte de pasajeros y de carga.
Así, esos magnates -co-responsables del empobrecimiento brutal del pueblo trabajador- fungiendo de adversarios de los monopolios económicos de Estado, gremiales y gremiales-empresariales (no oligárquicos), aliados al cartel político-económico morado y a su dictadura partidocrática, parecen decididos a ampliar la gravitación de su poderío económico hacia esas áreas de servicio.
Recurso judicial del CONEP y comparsa contra gremios y gremios-mafias que controlan el transporte, supresión de los subsidios de combustibles a ese sector (mientras se les mantienen al gran empresariado) y campaña en defensa de una ilusoria libre competencia, confluyen en este siniestro plan montado sobre el descrédito de la parte execrable de los negociantes-transportistas surgidos del generalato, la corrupción de Estado, el clientelismo y la delincuencia común. Y tan burdo es ese contubernio y fea la extorsión con lo del tema combustibles, que los empresarios más inteligentes sugirieron que se eliminen todos los subsidios.
La alternativa debe ser otra: reemplazar el engendro que se ha desarrollado como sistema de transporte por un sistema de propiedad social en el que la propiedad pública cogestionada con los trabajadores del área coexista con modalidades cooperativas y con otras formas colectivas de propiedad y de gestión eficaz
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