Por una burocracia eficiente
Con frecuencia se escucha la queja sobre los altos salarios de los funcionarios públicos con observaciones que contradicen el espíritu de las demandas de mejoría de los servicios y avances en la lucha contra las muchas formas de corrupción, algunas muy sofisticadas, que se dan tanto en el aparato estatal como en la actividad privada, en perjuicio ambas del bien común.
Y si bien es cierto que la queja es pertinente y ataca un vicio ancestral en nuestra vida republicana, no suele tomarse en cuenta una realidad que otros países han visto con claridad meridiana.
El caso es que si queremos realmente mejorar la calidad de la administración pública y fortalecer la lucha contra el robo de los recursos nacionales, en la infinidad de modalidades que todos sabemos que se practican, es necesario, yo diría imprescindible, poseer una burocracia estatal eficiente, bien dotada tecnológicamente y, sobre todo, muy bien pagada.
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