NAJAYO, San Cristóbal. En la cárcel de Najayo un simple aguinaldo puede despertar en varias internas la melancolía. Para algunas, esta será su primera Navidad en prisión, para otras, será su décima. Tías, madres, hijas, abuelas que volverán a pasar otra Nochebuena sin su familia.
A una más que a otra, les agrada la Navidad, pero todas, preventivas y condenadas, coinciden en que la importancia de la época es compartir con sus seres queridos, el anhelo de todas las recluidas. A muchas, los barrotes las hacen meditar sobre sus delitos. La violación a la Ley 50-88 sobre drogas es la infracción más cometida. Les siguen homicidio, estafa, falsificación y robo.
En este recinto penitenciario hay nueve pabellones. En estas fechas, las reclusas se dividen en grupos para decorarlos. Adornar cada uno les toma alrededor de una semana. Antes del 24 de diciembre, las autoridades de la Procuraduría General de la República otorga un premio al pabellón mejor decorado.
“¡Pide que te dejen pasar para que veas las decoraciones que hicimos!”, dice una de las presas a la periodista antes de que suene el timbre que les recuerda que deben entrar a sus celdas. Varias se quedan en los pasillos y entran solo cuando el personal de seguridad se les acerca.
A sus decoraciones, algunas hechas a base de materiales reciclables, les impregnan entusiasmo, por eso sienten orgullo al mostrarlas. Los insumos les llegan a través de los familiares y por área pueden gastar más de RD$15 mil
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