Ni cardiólogos ni reumatólogos ni otros médicos especialistas aparecen en las provincias del Sur para dar atenciones a los miles de ciudadanos que necesitan de esos servicios.
Es por eso que muchos pacientes tienen que ser “rebotados” a hospitales de la capital que sí disponen de estos médicos especialistas.
Si las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muertes en el país, probablemente un factor potencial lo sea la falta de cardiólogos no solamente en las provincias del Sur, sino en otras regiones que padecen el mismo déficit.
Apenas existen nueve cardiólogos en el Sur para atender cualquier emergencia que sufran sus habitantes, que sobrepasan el millón de personas. Es decir, un especialista por cada 126 mil habitantes.
Esto indica que estamos en presencia de un preocupante abanico de riesgos para la vida humana en esa zona del país.
Pero el problema no se queda únicamente en la falta de médicos especialistas, que están concentrados preferentemente en la capital y Santiago, sino en el poco número de clínicas, dispensarios y hospitales en todo el Sur.
Esto quiere decir que los habitantes de las provincias sureñas sobreviven bajo un estado de carencias en la atención de su salud que amerita de una pronta respuesta del Gobierno.
Compartimos la idea de que se establezca una filial del Instituto Dominicano de Cardiología en Barahona o cualquier capital de provincia equidistante de las demás, para mejorar la oferta de atenciones a los pacientes con problemas cardiovasculares.
El IDC es la entidad más preparada y competente para abordar este reto, ya que forma a los especialistas en enfermedades y cirugías del corazón y exhibe uno de los índices más bajos de mortalidad en América Latina, aparte de que se ha acreditado como el hospital de los pobres o los necesitados de sus servicios especializados.
Este es el problema. Ahora falta la solución.
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